Quiero una chica hecha de lluvia… Una chica que me moje,
que me haga ver el arco iris en los días sin nubes, para bailar bajo ella, para
empaparme, que sea capaz de calarme hasta los huesos, que me deje tiritando y
pensando qué ha pasado, que sea sorprendentemente incontrolable, que refresque
en las noches calurosas, que sea un torrente de emociones, que cree vida a mi
alrededor.
Pero también, cuidado, la lluvia es delicada, dicen que
jugar con fuego es arriesgado, pero eso sólo es para los que nunca han jugado
con agua, jugar con agua es impredecible, lo que parecía una pequeña tormenta
de verano puede convertirse en un monzón que arrasa todo, es imposible poner
barreras ante ellas, porque si quieren, pueden hacer crecer la primavera entera
en un colchón, pero también pueden devastar, asolar, arramblar, no dejar piedra
sobre piedra, ahogarte en un mar de dudas.
Eso sí, quizás sean las únicas chicas capaces de quitarte
la sed en medio del desierto, quizás después de una de ellas no te queden ganas
de acercarte siquiera a otra chica por el riesgo de que también pueda llegarte
hasta los pulmones sólo con una mirada, pero… ¿Qué es mejor, una neumonía
provocada por el agua helada, o pasarte toda la vida seco?